martes, 10 de enero de 2012

Mi experiencia

Llevo doce años en España y hace tres meses que por fin tengo el pasaporte y el DNI español en mano, después de una marea de papeleo y una larguísima espera, en parte porque primero se tenían que hacer los papeles de mi madre y luego los míos. No voy a entrar en el tiempo que he tardado para poder obtener la nacional, aunque me parece excesivo, sino solo quiero contaros mi experiencia como un inmigrante más, aunque a día de hoy me sienta un poco menos.

Toda mi vida llevo inmigrando a distintos países. Cuando tenía ocho años a mis padres les ofrecieron un puesto en un conocido hotel de República Dominicana y nos mudamos todos allí. Aquí nació mi hermano.
Para mi era la primera vez que conocía otro país, había estado en Perú ya que de ahí es mi madre, pero al ser tan pequeña no me acuerdo muy bien. Mi experiencia aquí fue muy buena, la gente era diferente no solo en el color de piel, si no en el trato, te trataban como si fueras parte de su familia. En el colegio no tuve ningún problema de adaptación, los alumnos me recibieron con las manos abiertas, era increíble sentirse así. Lo malo era la calidad de la enseñanza. Recuerdo que cursaba quinto de primaría y en la escuela como tenía un nivel más avanzado que el resto de mis compañeros decidieron subirme a secundaría. Mis padres decidieron cambiarme aún colegio privado en donde la gran mayoría del alumnado era de procedencia europea.
Otras de las cosas de este país que me gustaban era su música, la bachata. Su comida estaba buenísima, el plato típico era el arroz con habichuelas y el plátano macho.
Quizás unas de las cosas que no me gustaron fue el clima, siempre hacía un calor terrible.
A esa edad no pensaba en el racismo, nunca le di importancia al hecho de que ellos tenían un color distinto al mía. Yo me sentía como una más y ellos así me hicieron sentir.

Después de un año mis padres recibieron otra oferta de empleo en Madrid y nos volvimos a mudar. La gente no era tan abierta como en R. Dominicana. Me costó un poco integrarme en clase, y fue aquí donde recibí los primeros comentarios machistas por jugar al futbol y también por el color de mi piel. Lo pasé un poco mal, pero no duró mucho ya que al cabo de poco nos volvimos a mudar a Sevilla.
Me encantaba la forma de ser de la gente y su forma de hablar, creo que de los sitios que he estado en España nada se compara a Sevilla.

Por último nos mudamos a Barcelona en donde llevo doce años. Barcelona es como una fusión de culturas. En el colegio habían chicos de muchas nacionalidades diferentes. Lo malo de que  haya tanta diversidad es que el racismo está aún más presente o eso es lo que he vivido en los colegios que he estado.

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